Llenos de esperanza y fe en el porvenir, se preguntaban qué bonanza, qué maravilla, los aguardaban, y, de acuerdo al plan grande de conquista trazado de antemano, bajaron a tierra a buscar palacios y castillos dignos de hidalgos.
Pero lo único que encontraron, cerca de uno que otro zapote o tamarindo, o quizás detrás de un ocotal o en el medio de zarzales, fueron unos ranchones y casares.
Muchas fueron las congojas que los recién llegados tuvieron que aguantar, y, ante tales circunstancias, pidieron luz, paz y consuelo a la Trinidad, la Virgen y todos los Angeles.
¿Hubo algún escándalo? Unión y constancia iban a salvarlos. Ninguno quería que le digan en la cara: "Huiste".
Así fue que, después de alabar a la Santa Cruz, empezaron a diseminarse por cañada y quebradón, por vega y bajo, por alrededor de montaña y cerritos, a lo largo de un río grande por aquí, de un río negro por allá, pasando por monte grande y montes verdes, escurriéndose por quebrada honda con peñas blancas, hasta que llegaron a zonas de pampa y sabana, algunas de ellas bastante amplias como para llamarlas Sabana Grande y Sabana Larga.
Así fue que cada cual empezó a buscarse un lugar apropiado, preferentemente cerca de algún árbol para compañía, un sauce, un naranjo, un limón, o una palmera quizás, si bien algunos, por encontrarse cerca de un arenal o de salinas o de pozas no lo tuvieron muy muy y tuvieron que conformarse con espino, pita o cañas.
Cambiando pica por mango, todos se construyeron sendos ranchos de maderas y piedra, con maderas negras, palo blanco, palo grande, o simples panales entre cuatro palos, y con lajas alrededor cuando posible.
Hubo momentos de lucha, silencio y soledad, pero nunca perdieron la Santa Fe.
Pronto empezaron a aparecer potreros - potrero grande a veces, potrerillos por doquier.
A veces, se veía ratones y sapos, a veces, se escuchaba loras y alos; también había micos y macacos; y no faltaba el ocasional tigre con su tigra. Una que otra golondrina siempre surcaba el cielo. Pero más les interesaba conejo, toro y gallo así como la existencia de camarones o la cercanía de un ostional.
Paulatinamente, las cosas empezaron a mejorar. Empezaron a aparecer puertas, mesas y cama en los ranchos, y uno que otro horno alrededor.