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fracción de milímetro ya que, al mover el menor granito de tierra, ahí en seguida estaba la implacable aridez. Y la ambitura; bastante fresca, uno de aquellos fríos quizás no muy fríos en grados centígrados pero que, con la combinación de la humedad, penetran hasta los huesos.

No hace falta estar en el medio de un desierto absoluto, bajo los "trópicos", para todo ello; y para ver, además, vapor salir de la boca o de la nariz con cada exhalación.

Y ¿cómo se explica la incongruencia, la contradicción, de un desierto tan implacable y de tanta niebla? Y no solamente en este lugar, como caso particular, sino, como ya hemos visto repetidamente, en muchos lugares. La explicación es fácil cuando se la conoce. El fenómeno se debe a la combinación de las influencias de la corriente de Humboldt y de un sistema de anticiclón sobre el Pacífico sur, de manera que, por la corriente, el aire marino se carga de mucha humedad pero, por el anticiclón, el espesor de la atmósfera está cortada a una altitud de unos 800 a 1.000 metros, de tal manera que dicha humedad no se puede elevar bastante alto para condensarse y luego caer en lluvia - en cual caso ya no habría desierto - sino que se queda atrapada a ras de tierra y corrida por los vientos en forma de niebla que no tiene la posibilidad de condensarse en lluvia y sigue rodando por el desierto no más.

De tráfico saliendo o entrando por el camino lateral que nos interesa, ni la sombra. Estamos sin información. Quizás la propia falta de tráfico sea la más explícita información, en el sentido de que el camino es impasable. Por la duda, en vez de desviar por este camino hacia el levante y la frontera con Bolivia, tendremos que ir por el camino largo - del cual tampoco sabemos gran cosa pero que seguramente no será peor que éste, más corto.

Ayer, pasamos por el salar de Pintados; hoy, según el mapa, pasaremos por toda una cadena de salares chicos, entre otros, el salar Llamara.

Estamos en la aldeíta de Quillagua, otra aldeíta chupando su vida de otro pequeño oasis en el medio de la aridez.

Su interés está en su pequeñito museo de muy pocas piezas, encontradas en la zona misma; muy pocas, pero de interés para nosotros.

→ Vimos unas momias, pero éstas, diferentes de cuantas momias vimos hasta ahora; por una parte, por no evidenciar estas momias la misma atención cuidadosa dada al arreglo del difunto: una de ellas llega al extremo de sugerir un cuerpo tirado como caiga; y por otra parte, por ser estas momias de una raza evidentemente más alta que todas aquellas que vimos anteriormente.

→ Vimos unos petroglifos, de muy escaso interés expresivo pero diferentes en su hechura, por haber sido trabajados por percusión de la piedra, lográndose un efecto que se podría llamar de puntillismo.



El petroglifo