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tamarugal: resulta que dicho gato desapareció hace ya varios días, y el administrador se teme que fue a parar a la olla de un indígena, ya que es la costumbre de éstos de comer gatos. Mientras tanto, Karel todavía tiene las dos marcas de los colmillos en el muslo izquierdo.

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Pasaron no sabemos cuántos días desde la última anotación, pero hoy es el 18 de junio, y estamos otra vez en la zona de Chuquicamata/Calama.

El regreso a estas partes debería de haber transcurrido, con toda lógica, sin novedades; pero caben varias anotaciones.

El desierto, no importa cuántas veces uno lo recorre - y ésta fue la tercera vez que recorrimos este trecho - no se encoje ni de un centímetro, no se ablanda ni por asomo, siempre la misma implacable inmensidad a la cual es difícil acostumbrarse. Por añadidura, durante esta tercera vez, imperó mucho más calor que las dos primeras veces, con 32 grados a la sombra.

Un incidente inordinario fue que, como viajábamos, de repente vimos la inesperada e inexplicable presencia de una nutrida manada de ovejas a un costado de la carretera, en plena efervescencia, corriendo, como en pánico, en remolinos; agudizamos la vista para que no se nos metiera una oveja en el camino delante de las ruedas, pero, a los cien o doscientos metros, dicha manada enloquecida se desintegró en sus dos componentes: en un lugar, una concentración inhabitualmente activa de ondas térmicas, y en otro lugar, a quizás cincuenta metros más allá, una aglomeración de rocas. Habíamos visto las rocas a través de la efervescencia de las ondas térmicas, y nos habían aparecido como algo - ovejas creíamos - en febril movimiento.

Y ello que estamos en pleno invierno. En verano, debe de ser una verdadera cali-fornia, aunque no lleve el nombre. No será por nada la adaptación humana que vimos en Iquique.

/  Muchas casas, especialmente las antiguas, tienen, encima de sus techos, un sobre-techo de juncos para hacerse un poco de sombra.

/ Los horarios del comercio son otra protección contra el calor. Al mediodía, si se lo puede llamar mediodía, cierran alrededor de la una, y reabren recién a las tres y media o cuatro, y luego quedan abiertos hasta las ocho o las nueve - horario bastante curioso para gente que llega sin previo conocimiento como nosotros, pero muy entendible.



Estación votiva en el desierto ... con chapas de coches

Otro incidente inordinario fue que, una noche, contemplando el insondable firmamento, no solamente vimos una estrella fugaz, sino que también escuchamos el sonido de su paso por la atmósfera.