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No sólo sabemos ahora de qué se trata sino que también fuimos recompensados con algo que nunca habíamos visto antes.

Bueno, lo negro no es, felizmente, petróleo; al contrario, es una increíble alfombra de millones de minúsculos mejillones aglutinados entre sí como abejas en un enjambre. Realmente curioso. Y se puede caminar por encima sin aplastarlos.

En cuanto a la recompensa, vimos, en las partes de las rocas no cubiertas por la alfombra fúnebre, una infinidad de valvas de moluscos fósiles, no las impresiones sino las valvas mismas, de varios tipos, y de varios tamaños, equivalentes a hasta tres o cuatro puños cerrados, y en varios estados de abrasión de la roca por la acción erosiva del mar. Todo ello, mezclado - de manera, en un primer impacto, incongrua, pero a segunda vista, perfectamente normal - con pequeñitos moluscos y diminutas algas, íntimamente acomodados, con vida, hoy, en las curvas internas de las valvas; una ilustración de lo viejo y de lo nuevo, de la renovación de la vida.



La mezcolanza

Hacia el norte; en el deslinde entre Santa Cruz y Chubut.

La topografía se volvió totalmente serrana, a pesar de estar totalmente al borde del mar.


Cartel poco común

El tráfico se va aglutinando como aquellas ovejas arriadas de la soledad de la estepa hacia el amontonamiento de la esquila.

Alcanzamos Comodoro Rivadavia.

En su época de oro negro, había, según nos enteramos, pozos de petróleo hasta en las calles.  Hoy, no más.  Los pozos, ahora, están en los alrededores.

Lo curioso del caso es que Comodoro Rivadavia, hoy el símbolo de la riqueza petrolera argentina, fue fundado no con grandes sueños de riqueza negra sino como simple salida al mar de una colonia pastoril más tierra adentro; y que cuando, seis años después de su fundación, empezó a nadar en petróleo, fue un día muy negro, sin juego de palabras, para los pastores, porque fue perforando, no en busca de petróleo sino, afanosamente, y cada vez más desesperadamente, en busca de agua para poder sobrevivir, que, un buen día, un día 13, tuvieron la mala suerte de abrir un pozo que, en vez de darles agüita para beber, les lanzó un chorro negro a la cara.

Caso que hace pensar en su análogo en Minnesota. Allá, al cavar un pozo en busca de agua, encontraron ... hierro - en su tiempo, la mina de hierro más grande de la Tierra, con dos kilómetros de ancho por cinco kilómetros de largo.

Hoy, ochenta años más tarde, Comodoro Rivadavia sigue nadando en petróleo; pero sigue con su problema de falta de agua, porque en su sitio mismo agua todavía no se encontró, y el acueducto que se construyó para traerla de otra parte se va descomponiendo regularmente, con las regulares faltas de agua en toda la ciudad.