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Por lo que, por una parte, hay un intenso servicio aéreo diario entre el pueblo fronterizo guyanés de Lethem y Georgetown, y por lo que, por otra parte, para sus necesidades diarias, los Lethemitas dependen más de sus compras en el Brasil que en la propia Guyana. Así nos enteramos de los propios Guyaneses.

Por lo menos, tuvimos trato, por más efímero que haya sido, con Guyaneses en Brasil. Todos aquellos que vimos aquí son de raza negra, fuertes, altos, rebozantes de salud, seguros de sí mismos, a veces quizás altaneros, pero propiamente amables, una vez entablada la conversación. Por lo menos, vimos la parte trasera de la Guyana; aquí, cruzado el río, la frontera sigue una cadena de sierras, quizás no muy altas pero bastante escarpadas.

Vamos a pernoctar en la soledad del descampado fronterizo, previa consulta con la policía brasileña de fronteras, donde se nos informó que no hay peligro.

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Esta mañana, decidimos, que, si nuestro vehículo no puede cruzar el río, no es razón suficiente para no cruzarlo nosotros; y que, si no podemos llegar por tierra a Georgetown, por lo menos podría ser de interés ver el trasfondo de la Guyana, entrando a pie por la puerta de atrás.

Vamos a ver si podemos dejar nuestro vehículo en el cuidado de la policía fronteriza brasileña, condición sine qua non.

Sí. Perfecto. De paso, ello nos da la tranquilidad de poder regresar a Brasil sin problemas.

El cruce del río se hace, como ya dicho, en pequeñas canoas. Nos percatamos de que todas las canoas están en manos de Guyaneses y que todo el flujo de personas en ambas direcciones es únicamente de Guyaneses; Guyaneses con las manos vacías yendo al Brasil, Guyaneses con bolsas repletas volviendo a Guyana.  Vayamos.

LT  Más tarde.  Relato de nuestra excursión a Guyana.

Esas pequeñas canoas transfluviales son muy modernas; nada de madera, integramente hechas de aluminio, y garantidas quemar cualquier cosa, incluso el trasero, que las toque, según podemos atestiguar por experiencia propia. ¿Dónde está la prehistórica piragua de madera que nos llevó tan confortablemente hasta donde pudo por los ríos y arroyos de la selva del Darién; y luego, la otra piragua, en Colombia?

Cruzado pues así, con asadura trasera involuntaria, el río fronterizo, fuimos caminando hacia dónde pensábamos que iba a estar el pueblo de Lethem.