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Otra vez, pudimos observar esas reacciones de palabras y ademanes acaloradas sin fundamentos aparentes, que parecen indicar una predisposición a sugestiones colectivas.

Cuando alcanzamos Port-au-Prince, si hubiésemos seguido, con el mismo coche y por la misma ruta, más hacia el sur, hubiésemos alcanzado en corto tiempo el Brasil - por lo menos, un Brasil.

Es que, en la costa sur de Haití, hay un sitio, de nombre Yaquimo, donde los primeros Españoles encontraron - años antes del descubrimiento oficial del Brasil de hoy - tanto "palo brasil" - que es un árbol - que llamaron su asentamiento Valle Nuevo de Yaquimo y Puerto de Brasil; hoy, acortado y afrancesado en Aquin.

Volando, hacia Miami.

Por la ventanilla, se ve desfilar allá abajo, prácticamente sin interrupción, islas, islotes, bancos o por lo menos cambios de color del agua indicando muy escasas profundidades.  Colón, aun con los ojos cerrados, hubiese tropezado con algo.

Otra vez cruzamos un círculo tropal; éste, otra vez el Círculo Tropal de los Mellizos.

Y ¿qué pensar de Haití? ¿Es la diferencia, de color o de fondo? Paulatinamente, llegamos a sentir que, aun con otro color y otra fisionomía de caras, la sociedad haitiana sería una sociedad diferente de cuanto hemos visto hasta ahora en esta Expedición.

No visitar la Española, su Quisqueya y su Ayiti/Haïti/Haití, hubiese sido una gran laguna en esta Expedición.

\MM/  Son casi las 12.  Estamos por aterrizar.

Son las 15. Estamos en el puerto; no el aeropuerto sino el maripuerto - y ¡ya sentados en nuestro fiel vehículo! esperando la inspección de la aduana, a las 15:30, porque el oficial, primero, tiene que terminar una inspección de barco en curso.

Y maravillándonos. ¿Dónde está el hacinamiento humano remolinándose como agua sucia, haciendo nada, sólo ocupando lugar y creando confusión? No hay. ¿Dónde están los esperanzados avivados que se intrometen en todo para imponer su "ayuda" que no se les pidió, y extorsionar una propina? No hay. En el muelle, en los almacenes, una persona, acaso dos, cada 50 metros, ó 70, ó 100 metros, pero todas, todas, atendiendo algo, que sea con un papel en la mano o un ciclópeo mobilizador de carga.

Con nosotros, hasta ahora, fue como sigue.

En el aeropuerto, en migraciones, nada de escudriñar el pasaporte de tapa a tapa; un sello, una bienvenida; en aduana, un par de preguntas, aceptaron nuestra contestación de buena fe - y de buena fe fue - nada abrieron (en >>>>>>>>