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contraste con la salida de Haití, y también de Quisqueya - ¡la salida! - donde revisaron todo); y, aquí, a la calle.

Corto recorrido en taxi a la agencia naviera, que resulta estar en el propio maripuerto; tuvimos la suerte de que, dentro del tremendo sistema portuario de Miami, el muelle que nos interesaba se encuentra a corta distancia del aeropuerto.

En la compañía naviera pues, presentamos nuestro conocimiento de embarque, y empezaron a ocurrir cosas. En seguida, supieron dónde estaba su copia del conocimiento; en seguida, supieron qué formulario aduanal darnos para llenar - un formulario pequeño y simple; de inmediato, mientras llenábamos el formulario, llamaron por teléfono a las dos autoridades que tendrían que intervenir: la inspección de Agricultura (por qué Agricultura, vimos luego) y la inspección de aduana. Naturalmente, sabían exactamente dónde estaba el contenedor.

Coincidentalmente con la última palabra del llenado del formulario, ya nos apuraban para ir donde el contenedor, donde ya esperaba el inspector de Agricultura para abrir el contenedor. Ahí nos apuramos. ¿Precinto en orden? Sí. ¿Dónde estaba la marea de mirones creando confusión? No había; sólo los dos inspectores de Agricultura, un empleado de la naviera y nosotros. Se abrió el contenedor.

Ah, sí, hacía falta una rampa, y con qué sacar los tacos de madera calzando las ruedas. Nada de sugerir que el coche pegue el salto así no más; nada de trabajosa búsqueda de maderas viejas de donde habría primero que sacar los clavos; nada de querer colocarlas de manera totalmente idiota que obviamente no podría soportar el peso del vehículo; una llamadita por transceptor y, en un santiamén, apareció la rampa, transportada y colocada por un pequeño mobilizador de carga: una rampa con el innecesario lujo de dos rebordes de guía en los dos costados, colocada perfectamente centrada con el contenedor; y apareció una palanca para aflojar los tacos; como los tacos no salían fácilmente, a uno de los inspectores de Agricultura no le pareció que rebajaría su dignidad agarrar la palanca y probar su dexteridad.

Y nada de pagar a nadie extorsiones para que "por favor" proveyan un servicio que tendría que estar incluido en una buena organización.

Muy bien. Y ahora, por qué Agricultura. Planta no traemos. No, pero podríamos traer ... barro - y barro traemos todo debajo del vehículo. Habrá que lavar el vehículo; y en base a nuestra promesa de hacerlo, nos dieron el visto bueno.

Mientras estamos esperando que sean las 15:30 para la inspección de aduana, sentados en nuestro vehículo, nos maravillamos: ¿dónde están los guardias armados controlando el portón de salida? No hay. Estamos a pasos de una salida a la calle, ancha como para tres camiones de frente, totalmente libre, como la calle misma.