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Habíase una vez, en dicha puerta, algo escrito con letras de calcomanía; pero, por el correr del tiempo, ahora quedan sólo algunas letras sueltas sin sentido. Preguntamos ¿por qué no se mantuvo en condiciones algo que valió la pena colocar? ¿Que no hay dinero para reponer las letras faltantes?; muy bien, pero, preguntamos entonces, ¿por qué, por simple prolijidad, respeto de sí mismo, no se quita todas las letras y se deja la puerta limpia? ¿Cuántos millones en moneda fuerte hace falta para dicha limpieza?

Tuvimos tiempo de ver, con renovada incredulidad, el estado indescriptiblemente
puerco de los baños de una estación de servicio por otra parte tipo sólido-posto-brasileño; no nos sorprende, en base al recuerdo del inenarrable desastre en el baño público del puerto en Baja California.

Tuvimos tiempo para descubrir que el Museo de los Huastecas, nuestra meta primordial en Tampico, no está en Tampico mismo sino en las afueras, en Ciudad Madero.  Mañana será.

Estamos estacionados en la Plaza de Armas de Tampico; nos hace pensar en otras Plazas de Armas donde pernoctamos; y estamos mirando el gentío. ¡Qué gentío! Y qué tranquilidad y relación humana entre las personas; nada de muñecos humanoides saliendo de, o dejándose caer en, un coche. Gente tomándose por la mano, por los brazos, por los hombros; gente caminando, no para llegar, sino para estar junta, gente hablando, no para hablar, sino para estar junta; y hombres - eso sí, hombres solamente - dedicándose al ritual de dejarse lustrar los zapatos en confortables sillones a lo largo de la plaza; de camiseta y pantalón muy muy de andar, incluso de trabajo, pero los zapatos lustraditos como espejos, y lustrados por otra persona, en público; debe de ser algún ritual psicológico.

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Hoy, el museo. Pequeñito, anexo a, perdido en, un instituto de enseñanza tecnológica. Pero interesante, tanto específicamente - por unos objetos con impacto de justicieros relámpagos destruyendo un dogma de descarriante falsedad - como generalmente, por preservar la memoria de un pueblo injustamente olvidado.

Del mosaico de estados pre-aztecas de México central, los Huastecas son el estado más septentrional del lado del golfo de México; por lo tanto, sin contacto terrestre directo con Yucatán - y sin embargo de habla ... maya.

A más del vínculo lingüístico, tenían dos similitudes de costumbres con los Mayas yucatecos: