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Además, pasando de lo auditivo a lo visual, tampoco pudimos no evocar los Andes. Cuando vimos los edificios, multipisos, angulares, cortantes, perforando las laderas andorranas, como instrumentos de tortura de la naturaleza, no pudimos no evocar la íntima, respetuosa, convivencia de las edificaciones andinas con sus laderas, edificaciones más bien anidadas, agazapadas, que eregidas en sus sitios, y construidas del propio material de su entorno, o sea guardando el mismo color que su entorno.

╠  Cuando descubrimos que Andorra tiene dos monedas, la peseta española y el franco francés indistintamente, y sin el menor asomo de recelo o reticencia nacional, no pudimos no evocar Panamá con una situación a la vez similar y diferente, utilizando físicamente, billetes en mano, el dólar vespucciano, pero por lo menos llamándolo inexorablemente un balboa.

╠  Cuando quisimos mandar nuestra correspondencia, encontramos que la cosa no es tan fácil en Andorra; que hay, no un correo, sino dos, uno, español, y uno, francés, pero no con la misma función - el francés, para destinos solamente europeos, y el español, para cualquier destino; si bien ambos correos, con el mismo sabor nacional, ya que ambos pegan sellos ostentando Principat d'Andorra.

Y, evidentemente, no pudimos no evocar, pues, el correo, análogo, a su manera, de Colombia - con un correo vía aérea en sus oficinas separadas, y un correo de superficie en sus oficinas separadas ...

Frontera de salida de Andorra.

¿Algo de frontera en Europa, después de tanto recalcar que estuvimos cruzando fronteras sin fronteras?  Pues, sí.

Porque resulta que, con la misma desfachatez, la misma falta de inteligente conceptualización global, con las cuales Vespuccia usurpa y roba a sus vecimos americanos, y se atribuye en exclusividad, el patrimonio histórico de todos, el topónimo América, así, ciertos países de Europa occidental - occidental solamente - están usurpando y robando a sus vecinos europeos, y se están atribuyendo en exclusividad, el patrimonio histórico de todos de este lado del Atlántico, el topónimo Europa, llamándose con desenfado algo como Comunidad Europea o Mercado Común Europeo, como si los demás países europeos no estuviesen también en Europa; cuando, en realidad, así como Vespuccia es no más que unos estados unidos en América, estos países no son más que una comunidad de estados en Europa o un mercado común en Europa; y cuando tan fácil sería evitar la desconsideración, prepotencia e idiotez de llamar "Europa" sólo una fracción de Europa, barriendo con ello a los demás Europeos del mapa, y tan fácil sería más bien mostrar agudez intelectual y respeto, con algún nombre inventado ad hoc, a la Vespuccia nuestra, o por lo menos con algo como Comunidad Visieuropea, denominación imperfecta por no tener validez para posibles encogimientos o ensanchamientos de la entidad denominada, pero denominación que, por ahora, será la nuestra, con preferencia al desatino oficial.