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amarilla en el medio, mandando al tráfico en ambas direcciones no adelantarse a otro vehículo - como si hubiera quien en esta Tierra, salvo que quiera suicidarse, se adelantaría en estas condiciones, no sabiendo qué hay diez metros más adelante. Quizás semejantes indicaciones viales innecesarias sean el reflejo de una psicología de nuevo rico que tiene plata más de la que sabe manejar y que la gasta a diestra y siniestra para darse importancia.

Lo peor del caso es que, además, es también un asalto a la inteligencia y la iniciativa natas del espíritu humano.

Pasando a otro tema, estamos otra vez dentro del alcance de una estación de radio que se sacrifica por la causa de la música clásica. No hay nada que hacerle; no se miden en millones de años, no se miden en medidas asombrosas de otras unidades, pero un cuarteto de Dvořák, o un concierto para violín de Mendelssohn - que es lo que escuchamos - son entre las más grandes creaciones de cualquier índole en esta Tierra.

Estábamos por entrar por el camino de acceso a la mina, cuando estuvimos sorprendidos por una hermosa y dinámica estatua de un minero en plena acción, con su perforadora neumática y un fuerte haz de luz proyectándose de la lámpara frontal del casco. Nos detuvimos para admirarla, pero ahora no sabemos si tenemos ganas de visitar la mina: dicha hermosa estatua, que sería un polo de atracción en cualquier parque de distinción urbana, es un severo monumento recordatorio de una tragedia ocurrida en la mina que estamos por visitar, hace ya 11 años, pero con 91 muertos - y no se habla de los heridos.



Estatua que habla de una gran tragedia

Ah, pero, vamos.

Visitamos la mina, anidada, por lo menos con su entrada anidada, en un vallecito.

La llaman la mina de plata más grande de Vespuccia. Según aprendimos, sería más apropiado llamarla la más productiva; o más apropiadamente todavía, la que más plata produjo en los cien años de su existencia.

Naturalmente, las dimensiones, verticales y horizontales, de la mina van siempre en aumento; pero, en estos momentos, los pozos llegan a unos 1.800 metros de profundidad y sus galerías alcanzan unos 160 kilómetros.

Por lo que vimos, el proceso de exploración, extracción, concentración, es el mismo que el que vimos en el caso del cobre en Timmins, así que sería inútil repetirlo aquí.

Sin embargo, fue esta visita una interesante novedad para nosotros porque, en parte por la venerable edad de esta mina, y en parte por las formaciones de las vetas, todo en esta mina está mucho más angosto, apretado, que en la susodicha mina de cobre.